Sabías que a principios del siglo XX existió una mujer británica cuyo trabajo fue tan importante en la política del Medio Oriente, que incluso llegó a poner un rey en Irak.
Gertrude nació en 1868 en el seno de una familia de la alta burguesía británica. Como un caso excepcional para la época, estudió Historia en la Universidad de Oxford. Su primer acercamiento a Oriente fue Estambul, le siguió Persia, Jerusalén y Mesopotamia, hoy Irak. Gertrude duró años recorriendo los desiertos del Medio Oriente, en los cuales acampaba con todas las comodidades de la época. A ella nunca le faltó su té.
En sus viajes, Bell conoció las grandes tribus árabes y recopiló valiosa información, que le sería muy útil al ejército británico durante la Primera Guerra Mundial y la posterior creación de los Estados de Oriente Medio. Como Secretaria para Oriente, Gertrude tuvo el trabajo de diseñar las fronteras del nuevo Irak, un territorio que conocía muy a fondo. Además, se tomó el atrevimiento de recomendar al emir hachemita Faisal, para el nuevo puesto de rey de Irak. Y lo consiguió. En 1921, Winston Churchill, Gertrude Bell y Lawrence de Arabia aceptaron a Faisal y se reunieron en el Cairo y decidieron el futuro de Irak.
Bajo el gobierno de Faisal, Gertrude fue la directora del Patrimonio Histórico, encargándose de proteger los principales yacimientos de Mesopotamia. Sin embargo, el 11 julio de 1926, teniendo 58 años, Gertrude murió en su casa de Bagdad. Su vida quedó inmortalizada en los cientos de cartas y varios libros que escribió.
Si quieres saber más, tenemos una conferencia sobre la vida de esta mujer: